sábado, 14 de mayo de 2011

Las campañas electorales 2.0, una necesidad

Hace unos días leí, gracias a un enlace que recibí en Twitter, un artículo de la Sexta titulado "¿Un follower es un voto más?", donde se valoraba el uso de las redes sociales en las campañas electorales, en el que entre otras opiniones había dos que, si no contrarias a estas corrientes, creían que no era el momento, que no reportaba votos, y que seguía siendo mejor el método tradicional: mítines y medios de comunicación tradicionales.

Sinceramente, dado que yo no puedo (ni quiero) asistir a un mitin, la única forma que tengo de enterarme de las opciones que se me presentan es a través de los medios "tradicionales", que dan resúmenes de las mejores jugadas.

Enganchando con el símil futbolístico, los resúmenes que emiten o reproducen los medios de comunicación de los actos electorales, serían los equivalentes a las tanganas que se produjeron en los pasados "clásicos", en vez de los goles y las mejores jugadas.
Igual es que los mítines consisten en eso. O no.

El caso es la imagen que yo tengo de un mitin es similar a un concierto musical. Un tío que canta, y un grupo de personas que escuchan porque les gusta lo que dice, aplauden y corean los estribillos mientras mueven banderas y lucen camisetas con la foto de su ídolo.
Aunque en defensa de los medios de comunicación he de decir que no siempre es así, que algunas veces proponen buenas iniciativas que fomentan el debate pero que, lamentablemente, por quienes lo forman acaba convirtiéndose en un ring de boxeo dialéctico.

Volviendo al punto de partida por el que he empezado esta entrada, no puedo estar más en desacuerdo con estos dos señores de CIU y PNV, respetando su opinión, eso sí.
No se trata de convencernos hipnotizando al electorado con discursos vacíos, insultando o desacreditando al oponente (omito el plural a propósito), o alentando y calentando los ánimos para provocar una reacción que haga que los que ya tienen cierta tendencia se animen a ejercer su derecho en el favor de terceros.

Creo que una gran parte de la población está preparada para desmigar propuestas más elaboradas que un simple "Garantizar el acceso a los servicios básicos de salud".
Un simple gráfico que muestre la distribución, por actuaciones, del dinero que una administración pública maneja a lo largo de una legislatura, sería un acto que daría luz no sólo al hecho de cómo lo van a hacer (algo que no aparece ni por asomo en los programas electorales), sino a la impresión de que nuestros políticos saben lo que manejan, dónde se van a meter, y que presentan proyectos ya planificados en los que sólo falta la firma del director (léase, los ciudadanos).

Evidentemente, esos proyectos no tienen por qué detallarse en un documento PDF, ni es necesario extender la duración de un mitin (al estilo del ex-mandatario cubano) para explicarlo hasta el detalle más insignificante. Esos métodos son del siglo XX.
Sin dejar de pisar la calle se puede obtener un mayor alcance. Existen múltiples formas de hacer llegar esa información a muchos de los ciudadanos que demandamos más seriedad y transparencia en el proceso electoral. Y la mayoría de ellas vienen por el uso de las TIC's y sus servicios: presentaciones, imágenes, vídeos, animaciones flash, entrevistas online (en directo o en diferido), encuestas, votaciones, etc.

Y dentro de las TIC, cómo no, el uso de las redes sociales.

Sin descubrir nada nuevo, ni añadir novedad alguna a lo que ya se sabe, las redes sociales son el evento social de más auge, impacto y crecimiento en todo el mundo, y cómo no en España.
No voy a dar datos por todos sobradamente conocidos en cuanto a número de ciudadanos con acceso de banda ancha a internet, o número de usuarios de Facebook, Twitter, Tuenti, Flickr y compañía. Si hay alguien que todavía no haya sido inundado con datos, le sugiero que eche un vistazo al informe de la Fundación Telefónica, "Sociedad de la Información en España 2010".

Por ello se debería aprovechar la potencialidad de esas redes para presentar un verdadero proyecto de gobierno y con ello el acceso a los cargos que permitan llevarlo a cabo, y no sólo con la intención de conseguir votos con unas promesas que en la mayoría de los casos (por no decir todos) nunca llegan a cumplirse al 100%.

Concluyendo...
La validez para acceder a los cargos públicos políticos debería de venir acreditada por lo hecho hasta ahora, y por el posible impacto y elaboración meditada de los proyectos de futuro, y subrayo la palabra proyectos y lo distingo de propuestas.

Sería bueno que a las propuestas de cada partido acompañe un currículum viate de todos y cada uno de los candidatos, no sólo del principal. Y que complementen los programas con documentos multimedia, por ejemplo, que permitan aclarar el cómo.

Si una cosa tengo clara es que ni de broma me adjudicarían una licitación de una administración pública si mi propuesta fuera "Garantizo que el edificio será finalizado", y sin presentar una serie de memorias que, por un lado, acrediten mi experiencia en proyectos similares y que, por otro, contengan una descripción completa y detallada de la gestión del alcance, tiempo, costes, calidad, recursos humanos y riesgos.

Evidentemente para poder analizar unos programas electorales como los que propongo, y que no sólo se queden en el "prometo, prometo,..." necesitaríamos más de 15 días de campaña electoral.
Pero ¿quién sería el/la guapo/a que aguantaría sin volverse loco un mes o dos de mitines, melodías y repetición inagotable de "tú más...", "pues anda que tú..." o "me rebota, me rebota,..."?

El problema tiene que ser que las personas tenemos memoria de pez y nos dejamos influir por las corrientes. Si no, no me explico cómo los políticos pueden esperar que 15 días de campaña electoral basada en lo que se basa actualmente, sean suficientes para convencer al público de que les vote, y tornar así los resultados adversos de unas encuestas, en un triunfo electoral.

En un período en el que las personas vivimos inmersas en terabytes de información, que tenemos la posibilidad de buscar datos, referencias y definiciones, contrastar opiniones, situaciones y hechos, que se nos presupone un cierto nivel cultural que nos permita atender, entender, discernir y concluir e incluso proponer, me parece insultante que los políticos esperen que una lista de buenas intenciones y un par de gritos al más puro estilo GH, sean suficientes para que mi única herramienta (por ahora) para ejercer de ciudadano responsable con mi entorno y sociedad la ponga a disposición de un lado u otro.

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